Miedo en los Niños
El miedo es una característica de supervivencia en el niño, una reacción definida como normal, que surge cuando se tiene que enfrentar ante ciertas situaciones que suelen suponer una amenaza física o psicológica.
Son muy frecuentes en la infancia, se manifiestan con ansiedad ante ciertos estímulos (ej: oscuridad), pero van desapareciendo poco a poco con el tiempo.
Muchas veces el miedo se manifiesta como protector ante peligros reales y en otras ocasiones cuando el peligro no es real; es en este caso cuando el miedo llega a ser una fuente de sufrimiento para el niño. Los miedos muy comunes en la infancia se les llama miedos evolutivos, y aproximadamente un 50% de los niños los experimentan en algún momento.
Algunos de los miedos más comunes de acuerdo a cierta edad son los siguientes:
A partir de los seis meses: es posible que suela aparecer temor ante personas desconocidas. Es cuando ya el niño empieza a diferenciar caras desconocidas.
En el primer año, los más frecuentes son ante estímulos externos desconocidos: ruidos fuertes.
Hasta los seis años, son los miedos a tormentas, o ante ciertos animales (este normalmente aparece cuando el niño de pequeño no ha estado en contacto con ellos), a la oscuridad, y “al fantasma”.
Es normal que el niño a lo largo de su infancia se le presente un miedo este es pasajero; la actitud de las personas con las que el niño se rodea día a día, es de vital importancia, para evitar que el miedo no se agrave y se haga fobia. Hay que entender el miedo del niño y ponerse en el lugar de él, tranquilizarlo, demostrarle al niño con actitud que realmente no pasa nada (ej: si él ve que los padres tienen miedo a tocar a un gato, probablemente vaya a sentir lo mismo, y es casi seguro que esa sensación va a persistir), no hay que obligar al niño a que enfrente las situaciones que le provocan miedo de forma muy directa, porque a veces se logra conseguir lo contrario; es decir que llegue a sentir más miedo, tener mucha paciencia ya que cada niño es diferente y algunos necesitan más y otros menos tiempo para poder superar ese temor.
El cómo reaccionen los padres con el niño va a determinar si los miedos lleguen a ser superados o terminen siendo crónicos.